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"Sit Down" - Entrevista





Dell Attore: A diferencia de otros géneros teatrales, en el Stand Up el trabajo del actor parece muy solitario...

Sebastián Rubio: Sí. Desde el pensar, la escritura, hacerlo. Solo, solo, ahí. A mí me encanta desde el lugar que yo lo veo como una plataforma vacía a la cual vos llenás como quieras. Lo que está bueno es tratar de llenar desde un lugar fundamentado que no se convierta en un muestrario de habilidades. “Ah, sé hacer esto, voy y lo hago.” No, no, no. Que esté justificado dentro de un guión que vos te armás. Es como una comunicación con el público. Es un monólogo pero es casi un diálogo. Es raro. Un diálogo pero sin repuestas del otro lado. Pero a su vez – acá no está esa cultura, en Estados Unidos, por ejemplo, sí – al estar abierto y tirar temas así, vos te exponés a que alguien te pueda contestar algo. Hay muchas cosas para las que está bueno prepararse. Se da mucho en espacios de bares que una máquina de café está funcionando, a una moza se le cae algo. Son cosas que son parte. Vos tenés tu guión armado pero a su vez estás en un entorno. Hay que tener demasiado material preparado por si la cosa no funciona. No tener sólo quince minutitos y nada más. Tenés que tratar de poder saltar a otro tema. Tratar de leer el tipo de público que hay. Yo calculo que tengo material por una hora, hora y media. Desechable tengo como diez horas. Algunas las probé. Otras me arrepentí, no me convencieron, no llegaron a escena. Ahora estoy haciendo una selección de cosas para un unipersonal.

D.A.: ¿Todo tu material está registrado?

S.R.: Tengo registrado la mitad. Lo que pasa es que voy probando cosas nuevas. Tengo registrado cuarenta minutos. El stand up es un formato que te permite cortar y pegar. No existe el texto de la obra. Ahora voy a pegar todo, como para hacer una hora y media, aunque el show dure menos. Por más que no lo haga después, quiero que entre todo el material que no tengo registrado. Es una cuestión de preservarlo. Yo registro cuando tengo mucho. Las ideas siempre están dando vueltas igualmente. Si a alguien le gusta algo, te lo saca. Pasa mucho eso. Te enseñan de una manera las técnicas para guionar, con una cuestión de temática de observación de cosas cotidianas que... Si vos entrás en eso, los temas se pueden chocar entre comediantes muy fácilmente. Yo trato de hacer todos los temas muy personalizados. Es la búsqueda que tengo. Aunque sean temas de tratamiento muy cotidiano, que se le pueden ocurrir a cualquiera, trato de darle una óptica muy personal. De modo que, sea bueno o sea malo, no sea demasiado tentativo de copia.




D.A.: ¿Cómo es esa personalización?

S.R.: Hay una cuestión con el stand up que, en su mayor parte, se hace muy... yo siempre digo “texto céntrico”. Está el texto en primer plano. Yo trato de hacer todo más actoral. Llevarlo a un terreno no tan de enunciación. Para guionar el stand up, tenés que hacer una síntesis y llevar todo a una estructura básica de chiste. Una premisa y un remate. Y agregarle si querés o no, depende tu estilo, una actuación que te signifique ese remate. Pero también podés hacer directamente una premisa actuada, y rematarla actoralmente. Vos podés decir mi mujer me dijo tal cosa o podés hacer de tu mujer, actuar a tu mujer. La actuación en el stand up es más liviana porque no te exige componer un personaje. Estás en un relato y, al no tener un personaje, podés ir y venir de eso. Yo trato de hacerlo más actuado, pero también por una cuestión de diversión. Tratar de no encajar en el cuadrado, romper un poquito. Hay pocos actores. Lo que te permite la técnica de escritura es que, si vos tenés ideas interesantes, aprendés la técnica y la desarrollás, podés subir al escenario a hacer un monólogo de stand up sin tener una formación escénica. Hay muchos locutores, por ejemplo. Pero no es el texto lo único. No me puedo escapar de la idea que es un tipo en el escenario que está transmitiendo algo. Estás comunicando. Desde como te vestís, como te movés. En la escuela de stand up, falta eso. Se vende desde un lugar de: podés rápidamente subirte a un escenario. Pero bueno, después está como lo querés trabajar vos. Me parece que ahí está donde uno hace el estilo propio. Tiene que ver con que no podés escapar de donde venís. Yo estoy trabajando con magia hace bastante. Y también trato de sumarle esa herramienta. Con la magia te mareas muy fácil. Porque tiene demasiados aspectos. Te gusta todo. Yo traté de unificar todo, llevarlo todo a lo que me gusta, que tiene que ver con el humor. Yo todavía estoy tratado de hacer una síntesis. Porque es una cuestión de comodidad y de gustos. Es como una pequeña contradicción. Por un lado siempre está en mí la fantasía o las ganas de querer apuntar a varias cosas, en cuanto a estilos, tipos de trabajo, que obviamente implican estudio. Por otro lado, está el tema de exaltar, o de darle más máquina a lo que uno sabe, a lo que a uno le sale. Es como una contradicción porque por un lado se puede ver como comodidad, pero tampoco es fácil encontrar en dónde funcionar. Yo funciono con esto, con este estilo, en este registro. Y a su vez te das cuenta que hay un montón de cosas para trabajar con ese mismo registro. Cuando empezás, está esa fantasía de querer tocar todas las cuerdas, de ser muy versátil. Después hay cosas que voy recortando por una cuestión de una dinámica de trabajo, de ir entrando en una especie de mercado de trabajo. Por ejemplo, me encanta lo que es la magia de escena, manipulación, grandes presentaciones. Pero también soy consciente que lleva una gran preparación que a mí me consumiría un tiempo que me sacaría del terreno que tengo ganado para poder trabajar. Hay que elegir.

D.A.: En tu estilo, desde la magia al stand up, la relación con el público siempre es muy directa.

S.R.: Hay algo que tiene que ver con el humor. Por naturaleza o por enunciación tiene que ser efectista. Por ejemplo, en el stand up, vas a hacer reír a un tipo. En rutinas de diez minutos, se te exige más el ser efectivo porque tenés un rato cortito con el público. Yo veo otro costado que tiene el stand up, que me gusta a mí. Que es si yo puedo estar una hora en escena puedo descansar eso, relajarlo. Puedo decir “bueno, acá en este momento planteo un tema”. Voy hablando, sin tener la necesidad de que “uh, pasaron cuatro minutos, nadie se está riendo”. Lo tomo con pinzas. Sé que es efectista pero por otro lado sé también que uno puede ir entreteniendo. El concepto de entretenimiento es más amplio. Tiene que ver con interesar en algo que esté diciendo o hasta incomodar también.




D.A.: ¿Qué pasa cuando el efecto no es el deseado?

S.R.: Yo lo que trato de hacer es de darle un changüí. En un pequeño módulo que tiene varios chistes o materiales cortitos de un tema, trato de liquidarlo rápidamente y pasar a otro tema. Por eso, justamente trato de hacer materiales cortitos. Con cositas que se van pegando y muy independientes entre sí como para poder ubicarlas y saltar en mi cabeza. Armé como una pequeña base de datos que está en la cabeza. Me ayuda mucho, al ser independientes los materiales entre sí y poder tirarlos en cualquier momento. Me ayuda para hacer un análisis rápido del publico cuando estoy ahí. Yo pienso una rutina y salgo y veo que el público tiene entre veinte y treinta años. Entonces pienso “esto va a andar; esto no porque es para otro público”. O cosas que funcionan en el Paseo La Plaza y en otros lados, como Castelar, no funcionan. Las costumbres son diferentes. A veces el público es demasiado urbano. En costumbres y cosas. Pero a mí me gusta pensar que cuando no funciona es por mí. Ya sea porque no está bueno o no es gracioso el material que estoy haciendo. O lo estoy interpretando mal o fuera de timing. El timing es esencial. Un texto mediocre muy bien interpretado está bueno. Ahora al revés no pasa. Un texto bárbaro lo interpretas mal, muere. De hecho yo trato de poner el fuerte en la interpretación. No sé si escribo bien. A veces se me ocurren cosas interesantes pero me doy cuenta que no va conmigo. Porque por más que no haya un personaje, hay una personalidad escénica. No va, entonces lo desecho. A veces no me gusta tachar nada y me pego el palo.

D.A.: ¿Cuánto hay de improvisación y cuánto de ensayo?

S.R.: Estudio el texto pero no de una manera definitiva. Existe esa licencia. Lo escribo de una manera coloquial, como sé que hablo. A veces me grabo para darme cuenta qué palabras están de más. Ensayo pero es un ensayo más superficial. Tiene que ver con marcación, con puesta, ángulos, esto va acá, acá hay un barrido a público, esto lo hago de espalda. Más que nada eso porque arriba cambia. Pero está bueno igualmente ensayarlo. A mí a veces me gusta improvisar pero porque surgió algo en base al tema que planteaste. No sé si está tan bueno improvisar porque tenés la consigna entre pinzas. Y decir “bueno, más o menos hablo de esto” porque se va dilatando. Y lo que hay que buscar es la síntesis para que sea más efectivo. A veces caigo en el error de confiar en lo actoral. No le das demasiada importancia y decís “este temita más o menos lo tengo así; a ver qué pasa”.

D.A.: ¿Qué diferencia una rutina de stand up de cualquier otro espectáculo de narración oral?

S.R.: Hay un punto de quiebre que es lo que tiene que ver con lo literal, con la literalidad. Para lograr ese efectismo del que hablábamos del stand up, lo primero que te enseñan para guionar es borrar todo lo que está de más, lo literal que no hace al remate de lo que estás diciendo. Hay una máxima que dice: si no es premisa o no es un remate es porque está de más. Es mera descripción. Y la mera descripción lo que hace es estirarte el tiempo al que llegas a rematar. Y eso dilata el chiste y lo hace menos efectista. Pero como toda regla a mí me gusta que tenga su excepción.

D.A.: Dentro del panorama teatral ¿dónde ubicarías entonces al stand up?

S.R.: Acá el término stand up lo importaron de Estados Unidos por una cuestión comercial. Pero tiene que ver con la tradición del monólogo cómico. No tiene la profundidad que por ahí te puede dar una obra con una temática determinada. Es más un mero entretenimiento. Veo que se vuelca mucha gente hacia el stand up. A mí con el stand up me pasa de tener continuidad, cantidad de gente, incluso hasta de ingresos que no me pasó con el teatro independiente. Es comercial a nivel propuesta y público amplio al que apunta. Aunque es bastante austero y sencillo de producir. Porque no requiere mucho. Desde ese lado, no tiene las pautas del teatro comercial a nivel producción. Se hace en varios lados. De hecho, yo busco lugares alternativos pero casi todo está centrado en el Paseo La Plaza. Que es como una meca comercial. También eso genera un público propio. Un público más de trasnoche. No hay una exigencia que sí le planteás a priori a una obra.


D.A.: ¿Estás viendo teatro? ¿Te gusta lo que ves?

S.R.: Estoy viendo poco pero estoy en plan de ver más ahora. Porque trabajo mucho con eventos por la noche. El teatro comercial le está yendo bastante mal. Igual yo creo que tiene que ver con los precios. Cada vez hay más público en el teatro independiente. Hay muchas producciones, me parece que hay demasiadas. Porque hay muchos espacios también. Me parece que hay cosas que están interesantes desde que hay un armado tradicional, una dramaturgia, una puesta, una dirección, algo que se cuenta. Y hay muchas cosas muy lavadas, más posmo. Que se convierten en más elitistas. Hay que ver a quién quiere apuntar cada uno, a qué tipo de publico. Yo veo que hay gente que se asombra de falta de público cuando por ahí no puede ver que su propuesta está apuntada a algo no popular sino que está más fragmentada. No quita que esas propuestas vayan creciendo y terminen en algún tipo de fenómeno.

D.A.: ¿Como en su momento pasó con los espectáculos de improvisación ahora sucede con el stand up?

S.R.: Sí, hubo una explosión. Como ahora con el stand up. Quizá después se acomode. A veces en el impro veía que era todo muy cerebral, ¿y el resto del cuerpo? La improvisación como una cosa más intelectual. Me acuerdo de "Sucesos Argentinos" que eran buenísimos. Involucraban todo actoralmente. Era genial. Después me pasó de ver muchos como una guerra de intelectualidades. En vez de trabajarlo desde otro lugar. En el stand up también pasa. Hay espectáculos clones y clones y clones. A mí me gusta cuando borrás los hilos. En el stand up se nota mucho. En el impro también. Me gusta cuando se borra esa técnica aunque la utilices. Un punto fundamental del humor es la sorpresa. Se ve previsible cuando ves como viene. Pierde fuerza. Espectáculos de stand up vi casi todos. Los conozco a casi todos de trabajar juntos. Me gusta ver. Yo me río fácil. Hay espectáculos que están más sólidos o tienen una propuesta más interesante. Algunos tienen una estética mínima pero buscada, sketches o cosas en el medio, o una unificación. Incluso algunos hasta tienen una dirección. Hay otros que lo hacen de otra manera más “nos juntamos cuatro y salimos”, donde cada uno hace su rutina. A veces, ves espectáculos que, a pesar de que te diviertan, notás cierta repetición de temas o cosas trilladas. Y otros que son más originales. A mí me gusta más que vayan por un lado absurdo. Y los que generan una personalidad un poco más alejada de su vida cotidiana. Cuando veo stand up me gusta que me lleve a un terreno que no sea tan la historia de su vida. Y pasa mucho esto. Me gusta que me cree una especie de ficción, chiquita aunque sea.

D.A.: ¿Qué quisieras para tu futuro artístico?

S.R.: Me gustaría haber ganado un terreno sobre lo laboral que me permita seguir dedicándome pero desde un lugar más tranquilo. Trabajar de forma independiente requiere que todo el tiempo esté moviéndome. No sé si quisiera estar tratando de hacer el mango en eventos. Como expresión de deseo, me gustaría que tenga que ver con teatro. Viajar por trabajo. Me imagino un show de magia, sentado, para pocas personas. Con el stand up, supongo que sí, sino me aburro. Sí, me imagino actuando. No sé si más o mucho pero sí, me imagino. Pero sin la exigencia o el peso de conseguir dinero con eventos. Eso implicaría que me fue bien.



D.A.: ¿Te ves trabajando en la televisión?

S.R.: A mí lo que me pasa con la tele es que me encanta. Hay una cuestión de inmediatez que me gusta. Algunos lo ven como algo de tensión. A mí justamente eso me gusta. Es otro código. Es distinto. Con la continuidad yo empecé a entender un par de cosas. Yo pedía que me mandaran el capítulo por mail. Hay que hacerlo pero yo hacía otra cosa que estaba de más. Un actor de años me dijo: “tenés que relajar; prepará la escena, lo que podés aportar a la escena, pero no te hagas la idea de cómo va a ser esa escena”, que es lo que yo hacía. Está bueno el ir abierto a cómo lo va a plantear el director. Está bueno cuando te das cuenta. Si vas ganando confianza, le vas perdiendo ese respeto. Podés plantear tu trabajo. Podés equivocarte. Al principio tenía miedo.

D.A.: ¿Miedo?

S.R.: Sí. Creo que le debe pasar a muchos. A veces uno no ve claras las cosas. Siente que es complicado o ridículo. Pero también cuando me pasa eso siempre me agarro de lo mismo. o sé si está bueno o no lo que hago pero no tengo formación en otra cosa. No podría... Lo único que me queda es quemar todas las naves en ésta.





Textos: Diego Manara
Fotos: Manier Dagoa

2 comentarios:

patricia dijo...

Me encanto leerte Sebas, sos muy claro y entendí muchas cosas del Stand Up que es algo totalmente desconocido para mi!!
Genial! Éxitos!!
Pato Velzi

patricia dijo...

Buenísima la entrevista! Me gustó mucho leerte Sebas! Sos muy claro y por eso entendí algunas cosas del Stand Up que es totalmente desconocido para mi! Besos
Pato Velzi.